miércoles, 15 de junio de 2016

Con las ganas


Y es que los sueños siempre tienen un mínima parte de pesadilla, ese momento en el que te asustas, ese personaje que te mete el miedo en el cuerpo y da un toque de realidad a lo idílico. Intenso, breve, fugaz y mágico cual estrella en la noche del 25 de aquel verano. Temores y miedos encadenados a los fantasmas del pasado vuelven a poseer tu cuerpo. Segundos, ínfimos momentos, suficientes para que el brillo de una lágrima recorra tu tez de porcelana. 

Por qué tememos sentir lo bonito, quizás demasiadas veces lo destruyeron silenciosamente. Mentalizarse de lo imposible es una decisión sencilla, valiente y cobarde a partes iguales.  Negar lo evidente sería autoengañarnos. Hay territorios prohibidos y no todos son franqueables. Intentar luchar y abatir tus muros, rompiendo tus esquemas, es un trabajo para el guerrero Samurai del lejano oriente que todos llevamos dentro.

Comunicación y sinceridad. El amor es juego de dos. Dos personas que toman decisiones, que comparten temores y se apoyan para superarlos juntos. Confianza en el apoyo de tu pareja, en que no dejará que te caigas, que te hundas o que tropieces, porque estará ahí siempre con su sonrisa que te vuelve loca y su mano suave y fuerte para evitar tu dolor.  

No quiero despertar aún de este sueño, me niego a no vivir la mitad de planes organizados de madrugada mientras esperamos ver juntos amanecer. No quiero no poder sentir tus labios en mi cuerpo o como juegan nuestros dedos entrelazados en esos paseos infinitos, no quiero no escucharte cantar en el coche dejando la vergüenza atrás. No quiero no probar tu deliciosa cena un viernes noche. No quiero no recibir tus llamadas y hablar 5 minutos convertidos en 5 horas. No quiero no vivir nuestro vis a vis. No quiero perderme Madrid sin ti.

Plaza de San Ildefonso. Malasaña, abril del '16 

No hay comentarios:

Publicar un comentario